Actualmente hay un creciente interés sobre estrategias para controlar el dolor relacionadas con la mente y el cuerpo. La gran mayoría de estas técnicas son complejas, pero, muchas cuentan componentes cognitivos, como el foco atencional y emocional. La evidencia nos ha reflejado que terapias que impliquen carga cognitiva pueden reducir el dolor crónico y agudo. Hoy vamos a hablar sobre como podemos modificar la percepción de dolor con nuestros usuarios.
Los factores atencionales y emocionales son conocidos como grandes herramientas para modular la percepción de dolor, tanto en clínica como en laboratorio. Por ejemplo, focalizarse en el dolor produce un incremento en la intensidad de la sensación de dolor, mientras que, una emoción negativa aumenta la percepción desagradable del dolor, pero sin aumentar su intensidad.
Diferentes sistemas moduladores son implicados en el control del dolor desde un punto de vista emocional y atencional. Varios hallazgos científicos nos muestran que la atención y la emoción generan la activación alterada de diferentes regiones corticales, sugiriendo que, sistemas moduladores separados pueden subyacer en las influencias atencionales y emocionales sobre el dolor. Las vías moduladoras más estudiadas comúnmente implican proyecciones desde la PAG (Sustancia Gris Periacueductal) del mesencéfalo hasta los núcleos del tronco encefálico, incluida la médula retroventral (RVM) y el Locus Coeruleus, hasta la asta dorsal de la médula espinal. Estas vías involucran opioides endógenos como la noradrenalina y la serotonina, teniendo acciones tanto inhibidoras y excitadoras sobre las neuronas de proyección aferente de la médula espinal. Las salidas de las regiones del prosencéfalo, incluidas la ACC, PFC y Amígdala, llegan al PAG, sugiriendo que estas vías descendentes pueden activar factores psicológicos. Los opioides, son analgésicos altamente potentes que actúan en múltiples lugares dentro de estas vías descendentes, incluidos el ACC, PAG, RVM y la asta dorsal de la médula espinal.
Pacientes con dolor crónico habitualmente reportan que estímulos que deberían ser inocuos son generadores de dolor para ellos. Por ejemplo, el simple hecho de alcanzar en rango de movimiento de una articulación genera dolor en pacientes con artritis. Este incremento de actividad en las vías del dolor puede surgir de la sensibilización periférica y/o central en las vías nocioceptivas ascendentes, pero, también existe evidencia de que parte de dicha amplificación en la señal de dolor puede surgir de anomalías en los sistemas moduladores. Estudios de imagen sobre la funcionalidad del cerebro, han demostrado que pacientes con desordenes de dolor crónico como la fibromialgia, síndrome del intestino irritable y dolor de espalda presentan patrones de activación anormales en regiones del cerebro relacionadas con la regulación del dolor.
Además de afectar a diferentes patrones de activación, sujetos con dolor crónico presentan anomalías anatómicas en regiones como el córtex prefrontal dorsolateral y medial, la ACC (Corteza Cingulada Anterior) y la ínsula, relacionadas con la modulación del dolor por vías cognitivas y emocionales. Además, también se provoca una reducción de la materia gris en dichas zonas, siendo relacionada con una pérdida neuronal y excitotoxicidad, afectando a que los neuroquímicos que son fundamentales para generar analgesia no funcionen correctamente.
Pero no todo es negativo, esta pérdida de materia gris puede ser revertida después de un tratamiento correcto para tratar el dolor, sugiriéndonos que la perdida de materia gris no es causada por la muerte de neuronal, sino por otros cambios en el tejido neuronal, como pueden ser, la densidad dendrítica o sináptica y posibles cambios en el tejido no neuronal. Se ha evidenciado que terapias cognitivo-conductuales pueden llegar a aumentar la activación neuronal provocada por el dolor en regiones involucradas en el sistema de modulación del dolor, siendo de gran ayuda para reducir la vulnerabilidad a este.
Como comentamos al inicio, tanto la atención y la emoción, influye en la percepción de dolor a través de diferentes sistemas moduladores descendentes. Siendo las emociones capaces de activar circuitos que involucran la corteza cingulada anterior, la corteza prefrontal y la sustancia gris periacueductal, mientras que la atención es la encargada de activar circuitos que involucran proyecciones desde el lóbulo parietal superior a la corteza somatosensorial primaria y la ínsula.
Aplicaciones prácticas:
Manipular el foco atencional altera la intensidad del dolor percibido, disminuyéndolo y haciendo que la persona sea capaz de alcanzar mayores rangos de movimiento y aplicaciones de fuerza. Por lo tanto, en personas con dolor crónico o quinesofobia la implementación de focos externos dentro de la selección de ejercicios puede ser una buena estrategia para reducir su nivel de sensibilidad y alerta a la hora de realizar movimiento.
La alteración del estado de ánimo modifica la sensación desagradable del dolor. Sabiendo esto, consideramos que es importante generar un entorno de entrenamiento en dónde el usuario se sienta cómodo, animado y confiado a continuar con su programa de entrenamiento. Para ello la implementación de tareas que le supongan un reto pero a la vez sean alcanzables son claves, que tengan transferencia en su día a día y siendo consciente de su progreso.