El dolor es una experiencia emocional y sensorial que puede variar entre individuos, incluso entre la misma persona dependiendo del contexto y el psicosocial de cada persona. Aunque pueda parecer sorprendente, la percepción que cada uno tiene del dolor se ve influenciada por factores cognitivos y emocionales.
Estudios clínicos y experimentales han desmotado que una simple manipulación psicológica, como puede ser una distracción, tiene un efecto altamente poderoso en nuestra percepción del dolor. Estudios de imágenes cerebrales que permiten examinar las bases neuronales de la modulación psicológica del dolor, revelan que la actividad en las vías aferentes del dolor se ve alterada por el foco atencional, emociones positivas y negativas, la empatía y la administración de placebo. Además, nos revelan que, factores psicológicos activan sistemas moduladores intrínsecos del cerebro, incluyendo aquellos implicados con el alivio del dolor relacionado con los opioides.
Evidencia reciente muestra que el dolor crónico puede desencadenar unas alteraciones anatómicas y funcionales en los circuitos que subyacen en la modulación del dolor, no solo afectando en una mayor sensibilidad frente al dolor, si no también alterando aspectos cognitivos y afectivos.
Múltiples vías del Sistema Nervioso Central están implicadas en el procesamiento del dolor. Durante un proceso de dolor tanto las áreas corticales como subcorticales se ven activadas, incluyendo regiones sensoriales, límbicas y asociativas. Las áreas del cerebro más comúnmente activadas por estímulos nocivos son la corteza somatosensorial primaria, la corteza somatosensorial secundaria, la corteza cingulada anterior, la ínsula, el cortex prefrontal, el tálamo y el cerebelo. Otras regiones también reciben información nocioceptiva, estas regiones incluyen el núcleo accumbens y la amígdala, que, probablemente reciben información nocioceptiva a través de proyecciones espinoparabraqueial-amígdal, así como la materia gris, la cual recibe información a través de las vías espinorreticulares.
Las Cortezas Somatosensoriales Primaria y Secundaria son las encargadas de codificar información sobre características sensoriales como la localización y la duración del dolor. La Corteza Cingulada Anterior (ACC) y la Insula son de gran importancia a la hora de procesar aspectos emocionales y motivacionales del dolor. Pacientes con alteraciones en estas zonas muestran respuestas emocionales al dolor alteradas, mientras que pruebas de imagen relacionan aspectos emocionales y motivaciones con la percepción de dolor y la activación neuronal de la ACC y la ínsula.
Diferente evidencia revela que no es necesario una entrada de información negativa sobre nuestro organismo para experimentar dolor, basta simplemente con observar a otro experimentar dolor, este proceso activa algunas regiones cerebrales relacionadas con el dolor, siendo más fuerte cuando es sufrido por un ser querido y en un entorno extraño. La activación de dichas zonas podría considerarse como una especie de preparación del cerebro para mejorar la respuesta a una experiencia dolorosa sufrida posteriormente. Estos hallazgos nos indican que las regiones que reciben información aferente lo hacen a través de diferentes rutas, y que, para zonas superiores del cerebro al menos, no existe un camino marcado entre la información nocioceptiva periférica y la representación cortical final de esa información.
Como conclusión, el dolor está altamente ligado a las emociones y la función cognitiva. Provocando un efecto negativo en estas, mientras que por el contrario, un estado emocional negativo aumenta la sensibilidad al dolor o al revés, estados emocionales positivos nos hacen más fuertes frente a el. De manera recíproca, los estados cognitivos como la atención y la memoria, pueden modular la experiencia de dolor.